– “Me lo hace un amigo”.
Vecino, primo o amigo de vecino – el resultado suele ser muy similar: desilusión, proyecto a medias, tiempo perdido, dinero malgastado, rendimiento nulo. Sin responsabilidad, sin seguridad, ni garantías que le ofrecería un equipo de los profesionales.
– “Lo he visto en Internet y lo hacían más barato”.
Los servicios por un precio muy reducido suelen hacerse por empresas que producen “al mayor” – es decir, su pedido de impresión será incorporado a una plantilla con otros pedidos semejantes y realizado en un macro-tiraje sobre un material básico y con calidad de un diario mediocre.
A veces, en algún alejado país asiático. No se extrañe si sus catálogos tardan 4 ó 6 semanas! O tamaño de los posters no puede variar ni un centímetro. Si su objetivo simplemente es llenar almacén con folletos para los próximos 5 años, ésta puede ser su opción.
En cambio, para convencer a los clientes que su producto es especial e imprescindible, su empresa debe trasmitir confianza, potencia y calidad. Significa, que el precio no debe ser el único aspecto a considerar.
– Dormirse en los laureles.
Aunque funcione muy bien el negocio, nunca es el momento de despreocuparse y dejar de promocionar sus productos o servicios. El entorno: gente, cultura, economía, tecnología – no paran de cambiar; la competencia siempre estará allí, dispuesta a conquistar nuestro lugar. Incluso las más grandes marcas, durante décadas presentes en el mercado, desarrollan sus campañas de publicidad de manera continua, buscando más diálogo y más proximidad con su público, inventando nuevos productos, servicios más personalizados y nuevas formas de satisfacer las necesidades de sus clientes. No basta convencer una vez: lo correcto es aprovechar toda la experiencia y lecciones aprendidas, para seguir ganando en el futuro.